Madrid 1997 World Down Syndrome Conference Psychiatry Workshops
PSICOFARMACOS Y SINDROME DE DOWN.
Novell, R. Fundación Ave María. c/ Artur Carbonell, 11.08870 Sitges. Barcelona (España). Phone: 93-894.86.46. Fax: 93-894.1944.
Se presentan los resultados preliminares del estudio PSEM (Psicofàrmacs i Endarreriment Mental), que pretende revisar el consumo de estas sustancias en una amplia población con retraso mental en Cataluña durante tres años. Del conjunto de los 1600 casos revisados, incluyendo diferentes etiologías, grados de severidad y diferentes condiciones de hábitat, se ha analizado el grupo de personas con síndrome de Down. Se estudian 63 sujetos (39 varones y 24 mujeres) entre los 16 y los 65 años de edad. El grado de retraso mental se sitúa mayoritariamente en el nivel de grave (54%) a profundo (38 %) y en menor porcentaje en el ligero (8%). La mayoría de los sujetos residen en instituciones (82.5%). Un 9.5% viven n pisos protegidos y un 8% con sus familias, acudiendo todos ellos a Centros de Día Especializados. En relación al grado de autonomía un 36.5% dependen totalmente de los cuidadores, un 47.5% son considerados como ligeramente independientes y un 16% como suficientemente independientes, siendo capaces de satisfacer sus necesidades básicas. Al analizar los posibles factores relacionados con la prescripción de psicofármacos nos encontramos, al igual que otros autores, que son las personas con Síndrome de Down institucionalizadas las que reciben mayoritariamente tratamiento farmacológico. El sexo, el grado de discapacidad y de autonomía personal no se relacionan en nuestro estudio con un mayor uso de psicofármacos. Se aprecia una disminución del consumo de psicofármacos en relación al aumento de la edad, que coinciden con la hipótesis enunciada por Day y Jankar (1994) sugiriendo una disminución progresiva de los trastornos conductuales y un aumento de la demencia proporcionalmente a la edad del sujeto con retraso mental. En nuestra muestra, en dos casos se prescriben nootropos para el tratamiento de los trastornos de la memoria en individuos entre los 41 y los 65 años. De entre las razones que suscitan una mayor demanda de control farmacológico, las conductas agresivas han sido señaladas por diversos autores como las más prevalentes. También en este caso nuestros datos se corresponderían con los de la literatura. La conducta agresiva (11.2%), los trastornos del sueño (10.7%), la conducta auto-agresiva (10.1%) la psicosis (6.7%) son las indicaciones mayoritariamente tratadas. Podríamos identificar, también, en las dos primeras condiciones descritas la influencia de la percepción del staff a la hora de instaurar y mantener el tratamiento. Así, aquellas conductas percibidas como más amenazantes y distorsionadoras suscitarían una mayor demanda de tratamiento farmacológico.Al igual que en el resto de población con retraso mental, la prevalencia del consumo de neurolépticos en personas con Síndrome de Down es alta (43% del total de psicofármacos), siendo los más utilizados la levopromazina, la tioridazina y el haloperidol para el tratamiento de las conductas agresivas, auto-agresivas y en la psicosis. Sorprendentemente, su utilización es muy baja (tan sólo en un caso) en las estereotípias, la única indicación avalada por estudios metodológicamente correctos. Se revisan, finalmente, las principales recomendaciones a la hora de utilizar estas sustancias en la población discapacitada con Síndrome de Down y las posibles alternativas farmacológicas.
EVALUACION ESTANDARIZADA DE TRASTORNOS PSIQUIATRICOS EN EL SINDROME DE DOWN
García, R., Carulla, L.S.
Avda. Alvaro Domecq, 19. 11405 Jerez de la Frontera. Cádiz (España) E-mail: afanas.jerez@ ctv.es
La prevalencia de enfermedad mental en personas con discapacidad intelectual (por ej. Síndrome de Down) es por lo menos tan alta como en la población general, sin embargo la exploración de trastornos psiquiátricos en personas con retraso mental se dificulta por una serie de cuestiones tanto metolológicas como prácticas.A nivel metodólogico se cuestionan (a) el grado en que los sistemas de clasificación psiquiátrica desarrollados para la población general son válidos también para personas con retraso mental, (b) la validez del diagnóstico clínico común comparado con un diagnóstico de investigación desarrollado a través de una entrevista estructurada, (c) la validez de los diagnósticos basados únicamente en información ofrecida por terceras personas. Por su parte, los problemas prácticos se derivan de los déficits lingüísticos y cognoscitivos característicos de esta población.La consideración de estas dificultades junto con la utilización de un procedimiento estandarizado para la entrevista, se han materializado en el PAS-ADD 10 (Psychiatric Assessment Schedule for Adults with a Developmental Disability) (Moss et al.,1.993), una entrevista semiestructurada diseñada específicamente para la evaluación psiquiátrica de personas con discapacidad intelectual.El PAS-ADD 10, derivado del SCAN (Schedules for Clinical Assesment in Neuropsychiatry) (WHO, 1.992), permite la informatización de los datos generando diagnósticos de investigación, e implica la exploración del estado clínico actual del paciente, seguido de una entrevista similar con un informador clave. Cada una de las entrevistas puede detectar síntomas y producir diagnósticos, por lo que el PAS-ADD también puede utilizarse para la evaluación de sujetos cuya discapacidad lingüística no permite una entrevista clínica.
Planning for the Occurrence of Dementia amongAdults with Down Syndrome
Janicki, M.P., Dalton, A.J. N.Y.State Office of Mental Retardation and Developmental Disabilities 44 Holland Avenue Albany, New York 12229-1000 (USA) Phone: 1-518-4737855 Fax: 1-518-4730775
With the increase in longevity and numbers of survivors among the older adults with Down Syndrome, many jurisdictions are facing new challenges with regard to care for adults with intellectual disability affected by dementia, frailty and other problems associated with the old-old. To examine the scope of the problem, in the United States the New York State Office of Mental Retardation and Developmental Disabilities undertook a statewide survey of 4,028 individual living settings to determine the extent of probable or possible dementia among their clientele. The survey revealed that some 800 older adults of all etiologies were identified by staff as having either probable or possible dementia. Men and women were equally represented, but only about a third of the identified group had Down Syndrome. This finding indicated that, contrary to other published reports, while adults with Down syndrome are affected by Alzheimer dementia, reported dementia among adults with other etiologies for intellectual disability is more prevalent. Mean age of all affected adults was 62, but a bi-modal distribution of those adults identified was clearly evident, with those with Down syndrome having an average age of 52. About half of the adults were severely-profoundly intellectually disabled; the balance were in the mild-moderate and minimally impaired categories. Information about living settings and day services was also obtained, showing that most of the adults were in settings that could provide staff supports and interventions. The balance, who were on their own or with their families, would be more difficult to aid. The extent of probable vs. possible diagnoses was about even, with over 80% of the cases identified with dementia within the past three years. Most diagnoses were provided by medical personnel and Alzheimer dementia was the most prevalent.Only about 10% of the population was reported to have occasional late onset seizures associated with Alzheimer disease. As a result of the data obtained, select care management and program changes were instituted that supported aging in place by providing greater staff training, environmental modifications, and programs that were more "dementia capable." The full paper provides information on the specifics of the survey results, with a specific focus on adults with Down syndrome, and the program policies that were instituted and how these served to respond to the challenges posed by this segment of the aging population.